La tercera pata de la tríada del éxito es la actitud. Ésta tiene mucho que ver con la predisposición, con la sugestión y con las creencias. Hay diversos efectos en neurociencia relacionados con este apartado, y ninguno de ellos nos va a dejar indiferentes en cuanto a lo mucho que influye nuestra vida diaria. En este post vamos a hablar del efecto Placebo, en cuyo corazón se encuentran la predisposición, la sugestión y las creencias. El efecto placebo no es ninguna leyenda urbana, sino que es un efecto neurofisiológico de máxima relevancia tanto en neurociencia como en medicina. Si una persona cree que un medicamento, un tratamiento, un ritual… le va a paliar un dolor, mitigar una enfermedad o aliviar un trauma, date por seguro que lo hará. ¿Está demostrado? Por supuesto que está demostrado, y de hecho hay suficientes experimentos al respecto como para escribir un tratado sobre ello, pero hoy nos vamos a quedar con un solo experimento llevado a cabo por Tor Wager y colaboradores, de la Universidad de Columbia (Nueva York). En este experimento se somete a un grupo de voluntarios a dos pruebas. En la primera prueba se les dice que se les va a aplicar una pomada analgésica y seguidamente se les provocará una descarga eléctrica, todo ello monitorizado bajo una máquina de resonancia magnética funcional para poder ver qué regiones se activan del cerebro. ¿Cuál es el truco? Que precisamente la pomada no es analgésica, pero ellos creen que sí. Una vez aplicada la pomada, se les produce la descarga eléctrica y les piden que valoren del 1 al 10 la experiencia dolorosa. Alegan sentir poco dolor, y no mienten, porque la resonancia magnética funcional revela poca activación de las zonas cerebrales implicadas en el dolor. Posteriormente, se somete a los mismos voluntarios a una segunda prueba, donde se les aplica la misma pomada, pero esta vez le dicen la verdad, que no es analgésica, y luego que se les provocan una descarga eléctrica. De la misma manera que antes, les piden que valoren la experiencia dolorosa del 1 al 10. Fijaos, que la pomada es exactamente la misma que en el experimento anterior, la única diferencia es que en la primera parte ellos pensaban que era analgésica, y en la segunda sabían que no lo era. ¿Qué pensáis que ocurrió? Pues efectivamente… las sensaciones dolorosas descritas en esta ocasión eran más agudas, y tampoco mentían, ya que bajo la resonancia magnética funcional se podía ver mayor activación de las zonas cerebrales responsables del dolor. Hoy en día se sabe parte, aunque no toda, de la neurofisiología, así como las zonas cerebrales implicadas, responsables de este interesante efecto, donde gran parte del beneficio placebo lo produce la liberación endógena (natural) del cuerpo de sustancias mitigantes del dolor y relacionadas con el bienestar, fundamentalmente opioides endógenos (sí, compuestos relacionados con el opio que de forma natural, y en condiciones determinadas, segregamos los humanos). ¿Qué es lo más importante? Que el paciente tenga expectativas positivas sobre la acción del fármaco o del tratamiento, en definitiva… la actitud. El propio dolor tiene un componente subjetivo enorme, no duele igual un estímulo cuando estamos contentos que cuando estamos tristes. En otros post os contaré más experimentos relacionados con el efecto placebo, así como los otros efectos relacionados con la actitud. Que tengáis muy buen día, cuidad vuestra actitud y reDEFINID imPOSIBLE.
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